La sección décima ubicada en el número 25 de la antigua calle de Pacífico hubo de enfrentarse desde un primer momento a los problemas derivados de lo inadecuado de las instalaciones. De la situación del centro queda constancia en las memorias anuales que se hacían públicas al final de cada curso; así en la correspondiente al curso 1919•20, el director, D. Vicente García Cabrera decía: “debemos consignar con la natural satisfacción que en la sección décima, una de las que peores condiciones reunía por su poca capacidad y deficientísimas condiciones higiénicas se han ejecutado por el propietario de la finca obras que han mejorado notablemente su capacidad y condiciones, tanto higiénicas como de aspecto y decoro”.
La deficiencia de las instalaciones era una característica de varias de las secciones madrileñas. Como subrayaba en 1923 el director de la Escuela de Madrid en el discurso de presentación de la correspondiente memorial anual, “en las secciones instaladas en locales alquilados no hemos logrado todavía empezar el plan hace años propuesto y aprobado por la superioridad para ir sustituyendo estas secciones, todas sin excepción instaladas en locales caros, pequeños e inadecuados al fin que se destinan, por otros propiedad del Estado, construidos de nueva planta, con las necesarias condiciones de amplitud y decoro en que podamos recoger los muchos alumnos que hoy nos vemos obligados a rechazar o instalar deficientemente por la carencia absoluta de sitio”.
El interés creciente por las enseñanzas que en la sección abierta en la calle del Pacífico se impartían llevó en noviembre de 1926 al Ministerio de Educación a comprar el edificio en que se encontraba y a realizar una serie de reformas que lo hicieran más adecuado a sus fines pedagógicos. De este modo en la correspondiente memoria del curso 1926•27 se explica que “finalmente, en la sección décima situada en la calle del Pacífico, adquirida por el Estado el año pasado, han empezado las obras de adaptación y reforma que permitirán durante el curso próximo aumentar en más del doble el número de puestos disponibles y mejorar considerablemente las condiciones higiénicas y el decoro del edificio, dando a esta sección toda la importancia que su situación en una barriada ya muy populosa y población eminentemente obrera exige.” Sin embargo estas obras de mejora no fueron todo lo rápidas que la situación pedía y al año siguiente la dirección de la escuela constataba que “se han ejecutado parte de las obras proyectadas para su ampliación y saneamiento, no todas las que hubiéramos deseado, pero si las suficientes para duplicar la capacidad de las clases de Dibujo Lineal y Artístico y mejorar en todas ellas sus condiciones luz, ventilación e higiene. En la actualidad se están ejecutando las obras para sustituir la escalera, mezquina y oscura, por otra más amplia y ventilada y mejor dispuesta. El año próximo, si logramos la consignación pedida, terminaremos también el arreglo de esta sección, que ha de ser, por su emplazamiento en un barrio populoso y eminentemente industrial, una de las más concurridas e importantes”.
Tales reformas permitieron contar, a partir de entonces, con un edificio adecuado para la actividad docente. Constaba de dos plantas y una torre en la esquina que hoy forman Menéndez Pelayo y la avenida de la Ciudad de Barcelona, que si bien disponía de mucho más espacio que las instalaciones anteriores, era de dimensiones muy inferiores a las de la actual construcción. La obra albergaba en su interior un amplio patio que proporcionaba una buena iluminación a todas las aulas.
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