La ciudad del siglo XXI no es solo superficie habitable, es además superficie de escritura y lectura. Lo fue desde siempre, cuando la escritura lapidaria marcaba monumentos y arquitecturas; lo fue a principios del siglo XX cuando arquitectura y diseño gráfico se abrazaron de la mano de los movimientos vanguardistas, y lo es ahora, cuando la arquitectura toma conciencia de su capacidad narrativa