Siempre defino mi experiencia Erasmus como intensa, en todos los sentidos. Estar sola en un país extranjero es una montaña rusa de emociones, pero la cantidad de vivencias que te proporciona es algo que todo el mundo debe experimentar. Te da acceso a evolución personal, a salir de tu zona de confort y a hacer cosas que ni te plantearías en tu país de origen.
Además, se forjan amistades de las formas más insospechadas, siempre estás rodeada de gente internacional que está en tu misma situación y puedes compartir todas tus aventuras con personas increíbles. Por ejemplo, yo he hecho muy buena amistad con una chica portuguesa y otra francesa, y a finales de este mes van a venir a conocer Madrid; es maravilloso la posibilidad que hay de hacer lazos de verdad con gente de otros países.
El Erasmus te permite además estar en contacto con la realidad del sitio al que vayas: su sistema educativo, su cultura, su lengua, su modo de vida… Esto te hace ver todo de una manera mucho más globalizada y con otro punto de vista. En resumen, creo que emprender esta aventura ha sido la mejor decisión de mi vida. He vuelto mucho más abierta a hacer cosas, con mucha más seguridad en mi misma; ojalá pudiera repetir una vivencia así miles de veces.