IKER ANDIÓN de movilidad de estudios en Nápoles.

Antes de llegar a Nápoles, un chico que había estado de erasmus el año pasado escribió por un grupo whatsapp: << A Nápoles se llega llorando de miedo y se vuelve llorando de pena>> y os garantizo que es totalmente cierto.

Durante toda mi estancia he tenido la oportunidad no solo de conocer Italia, sino muchos más países europeos y alguno no europeo. Aun así, mi corazón se lo lleva esta ciudad.

Nápoles es un destino para muchísimos estudiantes, lo cual ha hecho que conozca muchísima gente de diferentes nacionalidades; españoles, franceses, alemanes e italianos, evidentemente.

Los napolitanos están muy abiertos a conocernos, sobre todo a los que vamos desde España. Además, saben bastante más de nuestra cultura que nosotros de la suya, lo cual me sorprendió muchísimo (aunque creen que comemos pasta tantos días a la semana como ellos).

No es una ciudad cara, el supermercado es bastante asequible y comer en la calle es, por norma general, más barato que en España. La dieta es muy similar (mediterránea), aunque hay un exceso <<positivo>> de pizza margherita, pasta alla carbonara y dulces como la sfogliatella.

Hay muchísima fiesta, en concreto en el Quartieri Spagnoli, un barrio que estuvo bajo dominio español durante 4 décadas. Lo sé porque me entrevistaron en el programa ‘Vascos por el mundo’ y tuve la oportunidad de hablar de este singular metrópoli.

Hay un ambiente maravilloso donde la vida es verdaderamente Napolitana; calles estrechas, motos pasándote por encima, ropa tendida en la calle, bandejas de Spritz muy baratas y un grandioso mural de Maradona ( lo tienen en muy alta estima).

He podido contactar con diferentes asociaciones de Erasmus con las que he llevado a cabo muchas actividades como conocer la Napoli subterránea, hacer piragüismo, visitar diferentes pueblos de la comarca y la Toscana (Florencia, Pisa y más) e incluso organizan buses y fiestas a las afueras de la ciudad.

La inexistencia de las normas de tráfico, los chillidos de los napolitanos, los pitidos de los coches, las infraestructuras, la ropa tendida y los mercadillos hacen esta ciudad especial. Nos gusta decir que no es caótica, sino poco protocolaria. Contrasta al principio, pero luego te mueves por ella como un citadino más.

¿La idiosincrasia Napolitana? Vivir la vida. ¿Lo bizarro de la situación? Que es la propia decadencia la que la hace única.

Napoli, ti voglio bene.