Mi experiencia en Bath Spa ha sido alucinante. En primer lugar Locksbrook, la facultad de arte, está llena de instalaciones, talleres y equipación que puedes usar en todo momento. Cualquier cosa que se te ocurra hacer, desde una mesa, una escultura de cerámica o un ajedrez de metal, solo tienes que hacer las introducciones de los talleres para usarlos y los técnicos te guían para conseguir lo que quieres. Todo esto independientemente de que estudies, como yo, fotografía.
Todos los estudiantes tienen espacios que les «pertenecen» donde dan clase, comen, o charlan (hay pequeñas cocinas, mesas y lugares donde guardar sus cosas). Es en este espacio donde si te sientes cómodo puedes hablar con tus compañeros, debatir y desarrollar proyectos a cualquier hora del día y esto crea un sentimiento de comunidad muy grande.
Mis dos profesores fundamentales -James y Sadie- son fotógrafos maravillosos y tienen una visión increíble. Da igual lo que quieras hacer que se emocionan contigo y tienen un nivel de profesionalidad y comprensión del ámbito enormes. Siempre dedican (da igual la persona o la calidad de los proyectos) la misma cantidad de tiempo a explicarte qué encuentran interesante de tu proceso y qué no está funcionando. La relación que tienes con los profesores allí es ligeramente paterna, siempre se pasean por ahí con el café en el brazo, te preguntan que tal van tus proyectos o tu vida, saben los nombres, las dificultades y las características de todos sus alumnos y los feedback que hacen suelen estar profundamente relacionados con tu experiencia de la fotografía.
Personalmente dudé entre ir a Atenas o Italia, escogí Bath no por el lugar sino por la universidad y no me arrepiento en absoluto de ello. He aprendido muchísimo y ha enriquecido tanto mi visión del arte y de la fotografía que no me imagino mi práctica sin haber pasado por allí.